miércoles, 14 de diciembre de 2011

Los frutos de la tierra.

En una de sus expediciones a la selva virgen, el zoólogo experimentado se llevó una increíble sorpresa.
Se encontraba nuestro protagonista recorriendo la frondosa selva cuando un inquietante sonido heló sus huesos. Era un quejido que parecía humano, un sonido de alguien agonizando, gastando sus últimas fuerzas en pedir auxilio, y provenía del suelo. Temiendo que algún explorador hubiese caído en alguna trampa para serpientes o algo así, el protagonista empieza a escarbar la tierra con énfasis. Pero lo que chilla debajo de la tierra no resulta ser humano.
Es un ser completamente nuevo. El zoólogo jamás ha visto algo parecido en ningún libro.
Le produce asco, miedo y un fuerte rechazo.
No se asemeja a nada visto antes, y tiene el grosor del muslo de un hombre adulto. Su cuerpo está cubierto de una película viscosa, y acaba en una cola semejante a la de un pez. De ambos lados del ser surgen unos brazos raquíticos, con unas garras adaptadas a excavar la tierra. Pero es el rostro lo que termina por minar la moral del protagonista.
unos ojos negros que parpadean, cegados por la luz exterior, le miran y atraviesan lo más profundo de su alma. La boca, llena de dientes puntiagudos como una sierra, está torcida en una mueca de sufrimiento. El animal va a morir asfixiado. Pero nuestro protagonista no puede hacer nada. Al igual que un pez muere si está fuera del agua, este extraño ser muere al permanecer fuera de la tierra, a la que ha salido buscando la luz. Al desenterrarlo, el zoólogo solo ha acelerado la condena de este desgraciado espécimen.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Debilidad

Sentado en el banco el joven espera a su amada. Tiene en sus manos flores y una caja de bombones. Se ha aseado para la ocasión, y un perfume caro adorna la velada.

Ahí la tienes, vestido verde, tacones rojos, labios carmesí. El chico sonríe, el corazón quiere salir de paseo. Las manos le tiemblan al extender el ramo de claveles hacia ella.Él suda como si estuviese en medio del desierto.
- Al fin volviste de tu viaje -dice el chico-
- Ha sido un viaje largo, sí.
- Una ciudad ehh, bonita ¿no?
- Florencia es una ciudad hermosa, eso es cierto.
- ¿que tal el piso de alquiler?
- Muy bien, una gente estupenda.
- Yo...
- Déjate de bobadas, tú quieres saber qué he hecho todo este tiempo ¿verdad?
- De acuerdo, lo admito.
- No pienses cosas raras. Sabes de sobra que yo jamás te engañaría con otro ¿no?
- Ni yo con otra. En todo el tiempo que has estado fuera no he pensado en nadie más que en ti.
- Que dulce eres.

Pero él sabe de sobra que esto se desmorona. Ya no es como antes. La distancia ha destrozado su relación. Los 5 meses de ausencia le llenaron de inseguridad y angustia. La noche previa a la llegada de su amada no durmió nada. En ese tren ya no llegaba la chica de ojos de avellana que le quitaba la respiración. En ese tren ahora llegaba la carga sentimental de 5 meses huecos.