sábado, 14 de julio de 2012

Síndrome de Estocolmo (segunda parte).

El tiempo en este lugar era un enigma. Allí no se sabía si era de día o de noche, no había relojes que pudiesen indicar la hora, ni ventana alguna. Intuía que llegaba la noche cuando el misterioso hombre bajaba y  le apagaba la luz. Sus miembros estaban entumecidos, estar atado desnudo y de esa manera era frustrante.

Sonó entonces la puerta. Era su captor, traía ropa sucia en una mano y una llave en la otra.

- Me voy a arrepentir de esto, pero es que me fastidia verte en este estado. Te traigo ropa para que por lo menos estés decente, no es un traje para ir a una boda, pero servirá.

- Pero estoy encadenado...

- Precisamente por eso traigo esta llave. Es la que abre todos los candados que te tienen atrapado, una llave maestra, eso creo.

- ¿Me vas a liberar? - nuestro protagonista creía estar soñando -

- Es una idea arriesgada y si te soy sincero no me lo creo ni yo, pero sí, te voy a ayudar a escapar, pero los dos nos vamos a jugar el pellejo.

- ¿Los dos? ¿tú también huyes?

- Menos cháchara, te suelto y te vistes rápido, te explicaré el plan.

Una vez se hubo puesto la ropa aquel hombre enorme le explicó el plan:

- He pensado lo siguiente: Le diré al jefe que te has escapado. La bronca que me va a echar va a ser gorda, así que tendrás vía libre, porque yo soy el único vigilante que tiene y como es medio tonto no pensará en ese detalle. Nada más salir por la puerta hay una salida a cada lado, la de la derecha conduce al patio, la de la izquierda te llevará al piso superior. Parece sencillo, pero no es nada fácil. En el patio hay dos perros, además está lleno de zarzas, bastante peligroso. En el piso superior no hay nadie, pero tendrás que darte prisa, después de darme la brasa el jefe empezará a mirar por allí. Te deseo suerte, la vas a necesitar.

Esperó paciente hasta que el jefe empezó a discutir con el hombre que le liberó. Se escabulló y subió al piso de arriba.

Se trataba de un sitio agradable a la vista, muy bien decorado con obras de arte de todo tipo. parecía la casa de alguien con un poder adquisitivo grande. En cuanto vio la puerta que daba a la calle el corazón le dio un vuelco, pero cuando fue a abrirla se encontró con que estaba trancada. Ahora había que encontrar la llave. Buscó por todas partes sin éxito. A punto estaba de tirar la toalla cuando vio una llave debajo de un sillón.

La probó con la puerta. Era la correcta. Abrió la puerta con cuidado. La calle le estaba esperando. apenas salió del portal empezó a correr. Ya era libre y volvía a sentirse vivo.