jueves, 2 de agosto de 2012

Excursión.

Yo y mi amigo Rick estamos haciendo senderismo. Es un día espléndido, el cielo es de un azul intenso. Rick va detrás mío, me está contando una vieja historia de las montañas, de excursionistas perdidos y huesos desperdigados. Me cuenta que un monstruo enorme vive por aquí cerca, y que éste va dejando trampas a los excursionistas, los lleva a su guarida, y una vez allí, se los come.

- Y ¿cómo dices que es ese bicho? -le pregunto a Rick, haciéndome el interesado-
- De unos dos metros, tiene la piel escamosa, como un lagarto gigante.
- ¿Tú como sabes eso?
- Me lo contó un tipo en el albergue.
- En fin... date prisa, tenemos que acampar dentro de nada, está anocheciendo.

Mientras ayudo a Rick a levantar las tiendas de campaña, empiezo a pensar en ese monstruo de las leyendas locales. Es increíble como las gentes de este lugar idean seres así, quizás son la proyección de sus miedos.

Rick lo ha logrado, ha metido en mi cabeza a ese maldito ser, no he pegado ojo en toda la noche.

Al día siguiente seguimos andando, monte arriba. Oigo un siseo que me pone los pelos de punta, al instante me acuerdo de ese asqueroso bicho.

- A lo mejor es el monstruo -dice Rick con una tranquilidad pasmosa-

Lo dice como si fuera algo cotidiano, como si todas las tardes jugase a las cartas con un lagarto gigante.

Seguimos adelante hasta que oigo un siseo mucho más fuerte, parece provenir de un animal más grande. Tengo la sensación de que el corazón se me vaya a salir del pecho.

- Bah, seguro que no es nad-

Ha cogido a Rick por el cuello. Un lagarto humanoide de dos metros de alto ha cogido a Rick por el cuello con una rapidez extraordinaria. Lo está estrangulando. Y yo no me puedo mover, estoy totalmente paralizado. Solo puedo ver como ese enorme ser escamoso estrangula a Rick, como lo va matando poco a poco.
No se asemeja a un reptil común, tiene esa piel escamosa que los caracteriza, pero no encaja con ninguna especie. La piel es verde oscuro, sus ojos amarillentos me traspasan, siento como si me estuviese viendo por dentro, está pensando en el sabor de mis tripas.

Milagrosamente, recobro el control de mi cuerpo y me pongo a correr en busca de ayuda. Pero el teléfono está destrozado, el monstruo lo ha pisoteado al coger a Rick.

Tengo que improvisar algo. Actúo como si la bestia fuese un oso, retrocedo poco a poco, muy lentamente, le hago creer que huyo. Cojo el palo que se ha caído al suelo, lo hago muy despacio, bajo su atenta mirada.
Un movimiento rápido contra su enorme cabeza lo atonta durante un instante vital en el que suelta a Rick. Éste cae al suelo, inmóvil. Por suerte no está muerto, solo inconsciente. Cargo Rick sobre mis hombros y empiezo a correr, corro como si no hubiera un mañana. No dejo de correr hasta llegar a la primera casa que veo, siempre con Rick a cuestas. Siempre le daré las gracias a esa mujer que acogió a dos extraños sin apenas preguntar.

Rick me dice que no recuerda mucho de aquel día, que estaba hablando conmigo y sintió que una manaza enorme le cogía por el cuello, dice que se desmayó y lo olvidó todo. Prefiero no contarle la verdad, le he dicho que le dio un golpe de calor.

No hemos vuelto a salir de excursión desde entonces.