lunes, 3 de junio de 2013

Ahí Arriba (Quinta parte).

- Entonces, síguenos.

- Un momento... ¿eso significa que ya os vais?

- No. Continuamente entramos y salimos, vamos recolectando cosas de vuestro planeta y las llevamos al nuestro para investigarlas más a fondo.

- ¿Instantáneamente entráis por la grieta y ya se llega a vuestro planeta?

- No tanto como instantáneamente, poco a poco fuimos abriendo la grieta y fue aumentando su velocidad de viaje a través de ella. Ahora funciona a pleno rendimiento.

- Me asusta la idea de meterme ahí dentro ¿llegaré entero?

- Si nosotros hemos podido llegar sanos y salvos ¿por qué razón tú no podrías?

- Cierto... ¿qué tengo que hacer?

- Dado que la grieta está situada ahí arriba, hay que volar. Y como tú no tienes habilidad de vuelo, tendremos que subirte nosotros mismos.

Me imaginé en brazos de este ser y me dio risa y grima a la vez. Por suerte no era así.

- Deberás cogerme de la mano.

Como el tacto de estos seres era ciertamente cálido, no tuve problema.

Hizo una señal a su compañero y noté como nos elevábamos de una manera nada brusca. Estaba volando agarrado a un ser gris que me iba a mostrar su planeta. Cada vez me iba acostumbrando más a ésto.

- Supongo que eso está muy lejos, vamos a tardar en llegar ¿no?.

- No tardaremos. Agárrate fuerte.

Y entonces aceleró. Íbamos increíblemente deprisa, cada vez veía más cerca la inmensa grieta.

- Estamos a punto de entrar, quizás notes mareos y náuseas, vamos a cambiar de dimensión.

- ¿Cambiar de dimensión? pero qué...

Un fogonazo me cegó de repente. Me sentí vacío y me dio la sensación de sentirme extremadamente ligero...

Cuando pude abrir los ojos, no pude creer lo que veía. Una gigantesca ciudad de edificios de color azul se extendía hasta donde me alcanzaba la vista. Muy similar a una ciudad de la tierra, pero con una arquitectura diferente y extraordinaria.

- Bienvenido a nuestro planeta, concretamente, a nuestra ciudad principal.

Fuimos bajando lentamente, de la misma manera con la que subimos al principio. Aterrizamos suavemente. El suelo estaba pavimentado con una exótica piedra gris.

Tenía la boca abierta, estaba en shock.

- Veo lógico que te asombres, nosotros también sentimos cierta sorpresa al llegar a tu planeta por primera vez.

- ¿Cómo se llama... Esta ciudad?

- El nombre de la ciudad no es pronunciable en lengua humana, puedo darte un nombre aproximado para que lo puedas decir. La ciudad se llamaría ''Bohna'' en vuestra lengua.

Bohna, la ciudad azul, bullía de vida, cientos de estos seres grises andaban por las calles, charlaban entre ellos animadamente, algunos iban cogidos de la mano como cualquier pareja. Había puestos de comida llenos de extrañas frutas de colores vivos, pedazos de carne de color verde y botellas con un líquido amarillo. Era como ver una ciudad terrestre, pero mucho más psicodélica.

- Sois iguales que nosotros los humanos, vuestra ciudad es muy parecida a cualquier ciudad de la tierra.

- Cierto. Millones de años luz nos separan, pero seguimos la misma estructura que una ciudad humana. La seguimos porque os estábamos observando. Sabiamos de vosotros, pero nunca nos atrevimos a visitaros. Hasta estos momentos.

- Entonces, la grieta era una ventana para vosotros...

- Exacto, fuimos abriéndola, dilatándola lo suficiente como para entrar, tardamos años en abrir la puerta del todo. Observabamos vuestra ciudad, vuestros comportamientos, las rutinas, vimos como hacíais los edificios y os copiabamos. Cuando descubrimos esta grieta, eramos un pueblo nómada. Poco a poco y siguiendo vuestros esquemas, construimos esta ciudad desde los cimientos. Bohna es lo que es gracias a vosotros los humanos.

Eramos un patrón a seguir para ellos, alucinaba.

- Quizás es por eso por lo que apenas llamo la atención ¿no? nos conoceis ya como si fuesemos vecinos.

- Exactamente. Lo único que sorprende en esta ciudad es cómo has podido entrar.

- Me queda mucho por aprender aquí... guiadme por vuestra ciudad.

- Por supuesto.

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