lunes, 11 de agosto de 2014

Sequía creativa.

Me levanto y noto un engrudo que aletarga los pensamientos. Extrañado, acudo al especialista. Tras mirar y escuchar con atención concluye:

-Lo que me imaginaba, sequía creativa, fíjese en esto.

Acerca unas pinzas a mi oído y saca la sustancia negra. La sostiene un instante y la introduce en un tarro pequeño.

Este residuo se forma por la acumulación de ideas sin usar.

-¿Cómo me deshago de ello?
-Al obtener ideas nuevas, con la inspiración, se descompone.

Me aconseja buscar cosas que me digan algo y me recuerda que en ocasiones esto es como los catarros, que se agarran, pero se acaban pasando.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Ahí Arriba (Sexta parte).

Esta ciudad era una combinación entre modernidad y antigüedad, podías ver la típica función del mercader pero entre altísimas torres y rascacielos.

Yo iba andando entre los dos seres grises, y sentía cuchicheos y miradas de reojo a mi alrededor. Algunos me señalaban y otros me llegaban a ofrecer extraños alimentos con una pinta muy apetecible.

- Es normal que te sientas observado, es la primera vez que ven un humano en carne y hueso, hasta ahora, solo os vimos desde esa grieta.

- Pero este es un planeta muy lejano, y sin embargo puedo respirar como si estuviese en la tierra.

- Sí, ese es un factor que estamos investigando. Aspectos como la gravedad, el nivel de oxígeno, intrigante ¿verdad?

Como siempre, estaba lleno de preguntas, creo que siempre tendría algo que preguntarles.

-¿De qué animal procede la carne verde? ¿y el líquido amarillo de las botellas?

- La carne es de un animal cuadrúpedo llamado ''vleergo'', toda su carne, por dentro y por fuera es de ese color verde tan vivo, dudo que su carne sea apta para el consumo del terrícola, pero al tener la misma atmósfera y nivel de oxígeno en la tierra sobreviviría, ¿te gustaría verlo?

- ¿Así de fácil? ¿lo pido y lo tengo? sois increíbles.

- Es bueno oir halagos de alguien de otra dimensión.

Nos alejamos de la ciudad por aproximadamente un par de kilómetros. La granja. Una granja al estilo terrícola regentada por seres grises desnudos.

Oí un mugido idéntico al de una vaca y vi al famoso vleergo.

Una mezcla entre un búfalo y una vaca, totalmente cubierto de musgo, con unos cuernos echados hacia atrás. Eso es este animal.

- Carne con... hierba -dije alucinado-

- Un vleergo contiene vegetales y carne en un mismo animal, es muy completo.

Esta gente podría vivir sólo de este animal.

- Te diremos de dónde sacamos el líquido amarillo - dijo señalando una arboleda a escasos metros de la granja de verdes rumiantes -.

Un grupo de 6 de estos seres recolectaban pausadamente de unos árboles de hojas rojas y tallo estrecho frutas redondas de aspecto gomoso y de un tono similar al limón. Realizaban esta tarea con unas pinzas afiladas.

- Ésta fruta se llama ''Aninka'', se puede comer directamente del árbol y también se exprime, lo que viste en ese puesto era zumo de aninka.

- ¿Lo puedo probar? ¿lo admitirá mi organismo?

- Es mejor no arriesgarse, de todas maneras, te diré que tiene un sabor muy dulce y que es ciertamente adictiva si la tomas a todas horas.

Estoy experimentando una visita guiada por la ciudad y los alrededores de Bohna, Esta gente es tan agradable que solo me basta con preguntar, nunca se cansan de oir mis preguntas y dilemas, ellos siempre responden sin titubeos. He notado ciertas miradas de curiosidad, pero nunca con hostilidad, puedo decir que me siento cómodo aquí.

Miré al cielo y vi como el potente sol anaranjado sobre Bohna se iba poniendo poco a poco. Casi sin darme cuenta, había pasado el día entero rodeado de esta fascinante cultura.

- En breve se hará de noche, y tendrás la posibilidad de ver Bohna de otra manera - me dijo mi acompañante -

La luz se reflejaba en los edificios azules y estos daban brillos turquesa. El día había acabado.

martes, 18 de junio de 2013

El bebé.

El joven padre llega a la cocina y se da cuenta de que no hay agua, refresco, o cualquier líquido que ayude a combatir el agobiante calor. El bebé recién nacido está en su cuna vestido solo con un pañal, la pobre criatura se revuelve sofocada y está colorado.

El padre observa por la ventana como una brisa mece las hojas de los árboles y ve en ello una valiosa oportunidad de alivio para el pequeño.

- Ven, Carlitos - dice con ternura mientras coge en brazos al niño -

Deposita al pequeño en un cesto en la soleada terraza y se dispone a ir a por agua refrescante. Todavía no concibe su error.

Al volver, cargado de botellas, percibe como la brisa se ha detenido, ahora una ola de calor se abate implacable. Y teme lo peor, que su hijo haya sufrido una lipotimia, encontrarse a su pequeño en esas condiciones le llena de angustia. Pero es algo peor.

Deja las botellas en la cocina y acude a toda prisa hacia la terraza. Pero no oye llanto alguno. Un cruel silencio sobrecoge el ambiente. Teme lo peor. ''Mi pequeño'', musita en un tono lamentado.

Se aproxima al cesto.

- Carlitos ¿qué te pasa?

No hay respuesta.

Y lo descubre.

Carlitos no está. En su lugar ahora hay un charco rosado, flotando en él, un chupete de color verde y un pañal.

El bebé se ha derretido. Inexplicablemente, el calor extremo ha provocado que el niño se haya derretido como un helado de vainilla.

El padre se arrodilla frente al charco rosado. Gotas de sudor se mezclan con lágrimas.

Ya no hay nada.

Hace  tanto calor...

lunes, 3 de junio de 2013

Ahí Arriba (Quinta parte).

- Entonces, síguenos.

- Un momento... ¿eso significa que ya os vais?

- No. Continuamente entramos y salimos, vamos recolectando cosas de vuestro planeta y las llevamos al nuestro para investigarlas más a fondo.

- ¿Instantáneamente entráis por la grieta y ya se llega a vuestro planeta?

- No tanto como instantáneamente, poco a poco fuimos abriendo la grieta y fue aumentando su velocidad de viaje a través de ella. Ahora funciona a pleno rendimiento.

- Me asusta la idea de meterme ahí dentro ¿llegaré entero?

- Si nosotros hemos podido llegar sanos y salvos ¿por qué razón tú no podrías?

- Cierto... ¿qué tengo que hacer?

- Dado que la grieta está situada ahí arriba, hay que volar. Y como tú no tienes habilidad de vuelo, tendremos que subirte nosotros mismos.

Me imaginé en brazos de este ser y me dio risa y grima a la vez. Por suerte no era así.

- Deberás cogerme de la mano.

Como el tacto de estos seres era ciertamente cálido, no tuve problema.

Hizo una señal a su compañero y noté como nos elevábamos de una manera nada brusca. Estaba volando agarrado a un ser gris que me iba a mostrar su planeta. Cada vez me iba acostumbrando más a ésto.

- Supongo que eso está muy lejos, vamos a tardar en llegar ¿no?.

- No tardaremos. Agárrate fuerte.

Y entonces aceleró. Íbamos increíblemente deprisa, cada vez veía más cerca la inmensa grieta.

- Estamos a punto de entrar, quizás notes mareos y náuseas, vamos a cambiar de dimensión.

- ¿Cambiar de dimensión? pero qué...

Un fogonazo me cegó de repente. Me sentí vacío y me dio la sensación de sentirme extremadamente ligero...

Cuando pude abrir los ojos, no pude creer lo que veía. Una gigantesca ciudad de edificios de color azul se extendía hasta donde me alcanzaba la vista. Muy similar a una ciudad de la tierra, pero con una arquitectura diferente y extraordinaria.

- Bienvenido a nuestro planeta, concretamente, a nuestra ciudad principal.

Fuimos bajando lentamente, de la misma manera con la que subimos al principio. Aterrizamos suavemente. El suelo estaba pavimentado con una exótica piedra gris.

Tenía la boca abierta, estaba en shock.

- Veo lógico que te asombres, nosotros también sentimos cierta sorpresa al llegar a tu planeta por primera vez.

- ¿Cómo se llama... Esta ciudad?

- El nombre de la ciudad no es pronunciable en lengua humana, puedo darte un nombre aproximado para que lo puedas decir. La ciudad se llamaría ''Bohna'' en vuestra lengua.

Bohna, la ciudad azul, bullía de vida, cientos de estos seres grises andaban por las calles, charlaban entre ellos animadamente, algunos iban cogidos de la mano como cualquier pareja. Había puestos de comida llenos de extrañas frutas de colores vivos, pedazos de carne de color verde y botellas con un líquido amarillo. Era como ver una ciudad terrestre, pero mucho más psicodélica.

- Sois iguales que nosotros los humanos, vuestra ciudad es muy parecida a cualquier ciudad de la tierra.

- Cierto. Millones de años luz nos separan, pero seguimos la misma estructura que una ciudad humana. La seguimos porque os estábamos observando. Sabiamos de vosotros, pero nunca nos atrevimos a visitaros. Hasta estos momentos.

- Entonces, la grieta era una ventana para vosotros...

- Exacto, fuimos abriéndola, dilatándola lo suficiente como para entrar, tardamos años en abrir la puerta del todo. Observabamos vuestra ciudad, vuestros comportamientos, las rutinas, vimos como hacíais los edificios y os copiabamos. Cuando descubrimos esta grieta, eramos un pueblo nómada. Poco a poco y siguiendo vuestros esquemas, construimos esta ciudad desde los cimientos. Bohna es lo que es gracias a vosotros los humanos.

Eramos un patrón a seguir para ellos, alucinaba.

- Quizás es por eso por lo que apenas llamo la atención ¿no? nos conoceis ya como si fuesemos vecinos.

- Exactamente. Lo único que sorprende en esta ciudad es cómo has podido entrar.

- Me queda mucho por aprender aquí... guiadme por vuestra ciudad.

- Por supuesto.

Ahí arriba (Cuarta parte).

Se abrían ante mí cientos de posibilidades, mi cabeza bullía de preguntas.

- ¿Hablais mi idioma?

- No. Estoy hablando en el idioma de mi gente, pero tu cerebro interpreta mis palabras y las traduce instántaneamente. Sin lo que te he hecho, cuando hablase, sólo oirías siseos y chasquidos.

Básicamente esta criatura había instalado en mi cerebro un diccionario de su idioma, no me había enseñado a hablarlo, directamente había inyectado todo el conocimiento linguístico de golpe.

- Tengo tantas preguntas que haceros...

- Imagino que lo querrás saber todo sobre nosotros. Haremos un trato, humano. Contaré lo que desees saber sobre nuestro pueblo con la condición de tú nos hables de el tuyo.

Yo les hablaba de nosotros y ellos hablarían de lo suyo. Era un trato justo.

Nos pusimos a andar esos dos seres grises y yo por la calle. Les conté todo lo que recordaba de las clases de historia en el instituto. Les hablé de la prehistoria, de la edad media, de los romanos, todo tipo de épocas y períodos históricos.

- Oh, entonces... ¿no siempre este sitio ha sido así? tanto espacio ocupado, así que una vez hubo sitio libre aquí... interesante - Dijo uno de ellos con interés -

Les hablé entonces de las guerras a lo largo de la historia.

- Guerra... ¿acaso sois un pueblo violento? hasta ahora creía que no, pues todos huyeron al vernos.

- Sí, durante mucho tiempo los humanos nos hemos peleado, hemos estado en disputas constantemente.

- Perdóname, humano, pero sois entonces gente estúpida, pelearse no os lleva a nada. Según lo que me has contado, estais en constante conflicto los unos con los otros. Eso os conducirá a la ruina.

Me entró un escalofrío.

- Nuestro planeta nunca ha sido invadido por ninguna otra raza, ya que de igual modo nosotros no hemos invadido nunca ningún otro planeta. Somos una especie pacífica, nuestro único afán es saciar nuestra curiosidad. Exploramos otros planetas y dimensiones en busca de nueva fauna y flora.

- ¿Y lo hacéis abriendo grietas en el espacio, como habéis hecho ahora?

- Exacto, no usamos naves que dejen huella en los sitios que visitamos, no queremos marcar el territorio.

- Pues no lo parece -dije señalando la grieta, de la cual todavía bajaban unos pocos de estos seres-

- No te preocupes, cuando hayamos completado la fase de exploración nos iremos y cerraremos la grieta como si no hubiese pasado nada.

- ¿Fase de exploración? ¿hay más fases?

- Sí. La fase de interacción con los nativos. Una suerte que hayas sido tú el que ha dado el primer paso, todos los demás huían despavoridos. Necesitamos conoceros, ya nos has hablado un poco de vuestra historia, ahora ¿por qué no ampliar un poco? Te llevaremos a nuestro planeta a cambio.

- Acepto, dije con decisión.

viernes, 17 de mayo de 2013

Ahí arriba (Tercera parte).

Por una parte, quería conocer a esos seres, tocarlos, saber cómo se comunicaban, qué hacían aquí... pero por otra parte, el primitivo miedo a lo desconocido paralizaba mi cuerpo. Me quedé mirando desde el estudio de radio a esos seres fascinantes, rodeados de un aura misteriosa....

Eran humanoides de complexión delgada, de color gris y sin un solo pelo en el cuerpo. La cara de estos seres era inquietante, tenían unos ojos rojos sin iris y pupila, no tenían nariz, solo un par de agujeros diminutos que se cerraban y abrían continuamente. La boca era sencilla, parecía un corte hecho a cuchillo.
no tenían orejas, al igual que la nariz, sus oídos eran agujeros a los lados de una cabeza completamente calva.

Obviando estos detalles, en forma eran bastante parecidos a nosotros los seres humanos. Este hecho me parecía inquietante, no sabía de dónde venían y sin embargo, se parecían a nosotros físicamente...

Me sorprendía cómo estos seres andaban con una calma increíble, iban mirando todo con mucha curiosidad, tocaban todo lo que veían interesante, probaban todo tipo de texturas y sensaciones. Vi la boca de uno de estos seres cuando quiso probar una planta. Vi como su boca se abría, mostrando una lengua de color púrpura oscuro y unos dientes muy blancos. Su dentadura era similar a la nuestra. Se metió la planta en la boca y empezó a saborearla, la masticaba detenidamente, parecía que le gustaba. Tragó y continuó su lento caminar.

Me preguntaba si estos seres querían muestras de la tierra como carne, vegetales o minerales, porque no podrían llevarse nada. Iban desnudos, no tenían una bolsa donde llevar objetos.

La gente les temía, los que no habían salido corriendo estaban paralizados por el miedo, como yo. Aquello era un caos, un montón de gente corriendo en todas direcciones, los perros ladraban a los visitantes, los niños lloraban... reinaba el pánico.

Pero no tenía por qué. Estos seres no estaban atacando a nadie, simplemente iban de aquí para allá tocando cosas. Me pareció muy curioso como dos de ellos se pararon en medio de la multitud alborotada y se quedaron observando como la gente huía despavorida. Se miraron el uno al otro y empezaron a hacer un sonido siseante mientras entornaban los ojos. Se estaban riendo. Al parecer, estos seres tenían sentido del humor.

Entonces, me atreví a salir. Estaba decidido a contactar con ellos.

Con las piernas como flanes y el corazón latiendome con fuerza me acerqué a ellos.

Sorprendentemente, no daban tanto miedo como parecía. Al verme, uno de ellos retrocedió un par de pasos mientras que el otro se acercó. Se me quedó mirando con interés. Me tiró de las orejas y de la nariz con delicadeza, deslizaba sus dedos largos por mi pelo, que tuviese pelo le parecía intrigante.

Su tacto era cálido y me examinaba con mucho cuidado. Mis ojos eran para él rarísimos, pasó un rato mirando detenidamente. Al parecer, yo era fascinante. Hice lo mismo y también le examiné. Su piel era lisa, era como tocar la piel de una rana, pero ésta era seca y cálida. No opuso resistencia alguna a mi curiosidad.

Ahora tenía que saber cómo se comunicaban. Les hablé pero no me entendían. Me señalé las letras que tenía mi camiseta y eso lo entendieron. Uno de ellos se agachó y se puso a dibujar en la tierra extraños símbolos con el dedo. Dibujó una V con tres líneas cruzando, luego un círculo con tres puntos dentro y siguió con más símbolos hasta dibujar veinte. Después señaló mi camiseta y apuntó hacia los símbolos ¿eran esos símbolos su alfabeto?

Señalé un árbol y luego señalé los símbolos. Él dibujó entonces dos líneas y un punto en medio. Comprendí que esos símbolos no eran letras, sino ideas, por escrito se expresaban mediante esos dibujos, como los jeroglíficos de los egipcios. Me enseñaron cómo, por ejemplo, la V con tres líneas era ''tierra'' y el círculo con tres puntos representaba el sol.

De repente, el ser extendió el dedo índice y me tocó la frente. Un destello azul cruzó por mi mente y me cegó por unos instantes. Cuando abrí los ojos oí una voz tranquila que me dijo:

- Saludos, humano.

Ahora entendía a esos seres, al haberme tocado aprendí de manera instantánea a hablar su lengua.

martes, 14 de mayo de 2013

Ahí arriba (segunda parte).

Fuimos al observatorio al día siguiente, me dijo que sabía cómo plantear este asunto y que allí tenía el material necesario. Nada más entrar me invadió un olor fuerte y viciado e instantáneamente me tapé la nariz con la mano. El habitáculo estaba lleno de porquería, la comida basura ocupaba el escritorio y había latas de refresco y batidos tirados por el suelo. El sitio parecía la habitación de un adolescente con agorafobia, más que el centro de investigación de un astrónomo.

- Éste sitio está lleno de mierda -le dije en un tono ciertamente acusador-.

- ¿Qué te esperas? llevo sin pisar ésto desde hace 6 años... al ver esa cosa en medio del firmamento, me asusté, apagué todo y salí corriendo, lo dejé todo tal cual, no me centré en recoger.

- En fin... quita las cajas de pizza de encima y busca en el ordenador.

Olvidé mencionar que este lugar estaba lleno de monitores y teclados por todas partes. Pizza, latas y ordenadores de última generación, en eso consistía el habitáculo.

Encendió el ordenador y empezó a teclear un montón de códigos y combinaciones de teclas, aquello era increíble, por la pantalla salían líneas y líneas de números y letras como una cascada. Al mismo tiempo, en los otros monitores iban surgiendo imágenes a toda velocidad.

- ¿Qué son exactamente todas esas cosas que tecleas? -estaba alucinando-

- Cálculos, millones de suposiciones, esquemas y códigos que formulé para esa raja inmensa -me decía sin dejar de teclear-

Al cabo de un rato, dejó de escribir. El ordenador casi echaba humo.

- Ya está.

- ¿Y bien?

- Como ya te mencioné, es una brecha sideral ¿el tamaño exacto, ancho, largo etc? ni idea, va creciendo conforme pasa el tiempo, ahora mismo, mientras hablamos, podría estar expandiéndose. ¿profundidad? lo mismo puedo decir, llego a la conclusión de que crece al ritmo de la ''entrada''. Duele decirlo, pero sí, los cálculos son todos suposiciones, cosas que he calculado a ojo por así decirlo. Esa cosa se me escapa de las manos. las fotos que han salido mientras tecleaba son fotos que he hecho yo mismo, me he tenido que fiar de 4 fotos de una raja en medio de ninguna parte.

Estábamos decepcionados, no sabíamos qué hacer con eso, el hecho de llamarlo brecha sideral era una suposición.

Se me ocurrió entonces una locura.

- ¿Y si es un agujero negro, que se ha plantado ahí en medio?

- No... en ese caso, ni estaríamos hablando, en cuestión de segundos nos habría absorbido, ni nos daríamos cuenta de qué habría pasado. Por eso me intriga, es algo que no había visto antes...

- ¿Podemos solucionarlo?

- Chico, no somos héroes, somos hormigas comparados con eso.

Se me ocurrió entonces llamar a la radio, intentar difundir el fenómeno. El investigador y yo solo conseguimos una entrevista en un programa de los sábados llamado '' Maníacos de lo oculto''.

Nos recibió un tipo con el pelo largo y lacio y que llevaba una camiseta en la que ponía '' Quiero creer'' con el dibujo de un marciano debajo. Nos explicó como funcionaban estas cosas y nos dijo que en en breve pasaban a nuestra entrevista. Tragué saliva.

- Estamos aquí con el aficionado de lo oculto (¿cómo?) Rick Martens y el investigador Bob Brooks, que dicen haber visto un fénomeno sin igual: una raja abriéndose en el cielo. Rick, háblanos un poco de esto.

- Ehh, sí, eso es, yo vi una apertura longitudinal en medio del firmamento (ya que salía en la radio, por lo menos, hablaría con un poco de propiedad).

- Suena muy extraño ¿qué nos puede decir nuestro amigo Bob?

- En efecto, descubrí esto hace unos 5 o 6 años, desde entonces ha seguido creciendo sin descanso.

- ¿Tiene ésto solución? - el locutor parecía estar aburridísimo, le estábamos contando que había una brecha surcando encima de nuestras cabezas y él ni se inmutaba -

- No parece que podamos hacer nada - dije poniendo tono grave - somos mortales contra el cosmos (ésto me quedó muy bonito) y nos va a comer, el cosmos mismo nos va a comer - dije pesadamente -

Esa frase pareció afectarle de verdad. Hizo una señal con los dedos al resto de gente en la sala. Creía que lo hacía por nosotros, pero resultó ser algo mucho peor.

Señaló a la ventana que daba a la calle y vi como se ponía a llorar. Y vi porqué se puso así.

De la grieta estaban saliendo seres de color gris. Iban cayendo lentamente sobre el pavimento con gesto decidido.

Por fin sabíamos que era esa raja en el cielo. Era una puerta. Una entrada.

Y me empezaron a temblar las piernas.